Noticias

La Pascua de Resurrección en Caballar: revival, identidad y memoria

Caballar ha sido (y es) un pueblo que posee cierto abolengo folklórico. Solo basta para constatarlo un repaso a la nómina de gaiteros y tamboriteros que se pueden documentar desde finales del siglo XIX. Algunos de esos músicos fueron Braulio "Caracoles", Eusebio Tejero "El Nincho", Wenceslao "Patata", Nicolás y Juan Tapias "Sacristán", Fermín Benito padre e hijo "Juanuche", Crescencio "Chirivita", Vicente Contreras, Miguel Martín o Francisco García Blanco… 

28 abril 2019 La Pascua de Resurrección en Caballar: revival, identidad y memoria
El acervo cultural inmaterial del pueblo, en cuanto a música se refiere, no se reduce únicamente a este apartado instrumental. Recientemente, varias personas naturales de la localidad cuyas edades oscilan entre los 50 y 70 años de edad han creado un grupo de trabajo con el que pretenden rescatar y documentar tradiciones orales representativas de la identidad y del legado cultural del pueblo. Tras su participación en el I Congreso "Tradiciones e Identidad", organizado el pasado mes de marzo por el Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana "Manuel González Herrero" de la Diputación de Segovia, este colectivo ha conseguido recuperar una bellísima práctica vinculada a la Pascua de Resurrección.
 
LOS MAITINES
Tras veinte años en desuso, se reactivó esta manifestación que tiene un claro significado preparatorio y anticipatorio de la celebración. El nombre de este momento hace clara alusión a la primera hora canónica de la Liturgia de las Horas del mismo nombre. A las siete de la mañana del Domingo de Pascua, antes del crepúsculo matinal, "recantaron" las campanas de la iglesia de Caballar: se repicaron y bambolearon a la usanza de día festivo propio de la Pascua. Los Maitines, que en otro tiempo realizaban los mozos, se concretaron en un Vía Crucis que se realizó en el interior del templo románico dedicado a la Asunción de Nuestra Señora. El "Cristo Grande", de expresión serena y que posee paño de pureza dorado, fue portado de estación en estación mientras el público cantaba una a una las estaciones. El texto utilizado por tradición es el Poderoso Jesús Nazareno, de cielos y tierra Rey Universal, extendido por toda España, y cuya variante melódica conservada en Caballar se aleja del dramatismo y de la aflicción propios de la Cuaresma y la Semana Santa. El texto de las estaciones tiene una estructura tripartita: la primera, de presentación de la escena; la segunda, invitatoria por parte de Jesús con la frase que funciona como leitmotiv en cada meditación "Sígueme y verás"; y una tercera, y última, el estribillo pidiendo la intermediación de la Virgen para conseguir el perdón divino: "Reina del Cielo, Estrella del Mar; líbranos Señora, de culpa mortal." Fue un momento emotivo, entrañable y folklórico con mayúsculas. Gentes de los pueblos de alrededor acudieron a acompañar a las vecinas y vecinos de Caballar; y todos coincidieron en el poso popular de la celebración. Tras la realización del ejercicio, todos los asistentes degustaron en las Escuelas chocolate con churros, bizcochos y rosquillas; así como anís y aguardiente.
 
LA PROCESIÓN DEL ENCUENTRO
La mañana prometía. Tras la recuperación de los Maitines y las enhorabuenas por el éxito de dicha iniciativa, seguía la fiesta. Llegaba el momento álgido de la celebración, que sigue vivo y mantiene cierto lustre y protocolo. La Pascua todavía conserva momentos muy interesantes para aquellos que consideramos a este tipo de muestras parte del auténtico patrimonio cultural inmaterial, al que hay que poner en su justo valor frente a otras prácticas de tipo reelaborativo que nada tienen que ver con la herencia del pasado preindustrial.
 
A las diez de la mañana, tras un nuevo repique y volteo anunciador, la procesión del Encuentro hacía su salida del templo. Las mujeres, algunas de ellas preparadas junto a la Virgen y sus andas, comenzaban el canto estrófico de "la Pascua". Ellas iniciaron las coplas interpelando a los hombres para que cojan al Niño Jesús que representa al Resucitado; y haciendo alusiones a la Veracruz, al sacristán campanero y al acompañamiento para salir a "la Carrera" [procesión].
 
En la Plaza, se realiza el encuentro entre María y Jesús. En este caso son los hombres los que inician un canto dialogado: "¿Quién es aquella señora, que viene tan afligida? Me parece que es mi madre, aquí hallará su alegría.". Tras reconocerse y preguntarse por los tres días sin verse, los hombres piden el siguiente gesto: "Quitad el manto de luto, mayordomas a María; que quiere ver a su hijo. Aquí hallará su alegría". A lo que ellas responden tras retirar la prenda negra a la Virgen: "Ya la hemos quitado el manto a la Sagrada María; ya la hemos quitado el manto, le hemos puesto de alegría". Algunas variantes semejantes se conservan en activo, por ejemplo, en Sigueruelo y Riaza.
 
Tras el canto de las coplas, el sacerdote entona el canto prescrito por la liturgia: el "Regina Caeli, laetare" [Reina del Cielo, alégrate]. Tras la aspersión con agua y el incensado de las imágenes, la comitiva regresa al templo para celebrar la Misa de Pascua.
 
LA OFRENDA DE ROSCAS Y ROSQUILLAS
En el ofertorio de la Eucaristía, las mozas del pueblo llevan al presbiterio una rosca y unas rosquillas de palo cubiertas con un merengue condimentado con azúcar y anís como ofrenda a la Virgen. En la actualidad, a pesar de la galopante despoblación, quedan jóvenes que mantienen la costumbre. Esta manifestación se puede documentar, al menos, desde el siglo XVII. El Libro de Cuentas de la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario sita en la iglesia caballerense recoge en el año 1699 la siguiente mención: "Trigo en ser de rrosquillas y rroscas [sic]: y[tem] mas se le ace [sic] de cargo de tres faas [fanegas] y ma [media] de tro [trigo] en ser qe balieron [sic] las rrosquillas faa y ma y las rroscas dos fas qe ofrecieron a n?a señora la pascua de flores." A principios de siglo XX, los ingresos del ofrecimiento de roscas pascuales se computan en la cuenta de las devociones de la Virgen y San Roque.
 
Estas prácticas posiblemente entronquen con los "ramos" o "mangas" que, llenas de decoraciones textiles, roscas y rosquillas siguen realizándose para distintas festividades por toda la geografía ibérica como símbolo de fertilidad y prosperidad de origen precristiano. Además, se puede contextualizar dicha manifestación cultural con los condicionantes propios de la Pascua tras las restricciones vinculadas a la abstinencia cuaresmal que incluían en el pasado, junto a la carne o cualquier otro producto de origen animal: una muestra más del fin de las limitaciones y una expresión de alegría en un sistema vital agrario y de autoconsumo cuya alimentación se basaba en alimentos como la leche y los huevos utilizados en tales dulces. Las roscas se subastan a la salida de Misa y los dineros obtenidos quedan para la devoción de la Virgen.
 
EL PASADO: LA MAYORDOMÍA DE LA VIRGEN Y LA ENTRADA DE MOZA
Las jóvenes de la localidad se encargaban de la preparación de la fiesta. El testimonio recopilado a Felicitas Benito y a Rita Tapias muestra que cada año la mayordoma saliente buscaba entre las adolescentes del pueblo a su sucesora. Entre las funciones de la Mayordoma estaban: 1) el nombramiento de las adolescentes como mozas a partir de 14 años y su inclusión en la "Cofradía de la Virgen" -un rito claro de paso desde una perspectiva antropológica-; 2) la coordinación de las cuestaciones de las "chicas" pedidoras que en tres días al final de la Cuaresma y principios de la Semana Santa demandaban por el pueblo y los molinos harineros del curso del arroyo de las Mulas dineros o huevos para "alumbrar a la Virgen" todo el año; 3) la concesión de condición de donante para entregar su roscas y sus rosquillas en la ofrenda de la Pascua. También entre los cometidos de la Mayordoma estaban: 3) la elección de cuatro jóvenes varones y cuatro jóvenes mujeres de entre sus familiares o círculo de confianza para llevar las imágenes del Niño Jesús y a la Virgen enlutada, quitando ella el manto negro a la Virgen; o, por último, 4) la designación de jóvenes para el coro femenino y masculino que representaría el Encuentro.
 
En la memoria de las personas mayores de Caballar también quedan las "arrodilladas" de la Virgen, la tirada de caramelos y confites tras la Misa… así como los bailes vespertinos la tarde del Domingo y Lunes de Pascua, los primeros tras el silencio de la Cuaresma y el Triduo Pascual.
(*) Etnomusicólogo.