Las investigaciones promovidas por el Instituto de la Cultura Tradicional Segoviana "Manuel González Herrero" a través de las becas que anualmente convoca, han ido poniendo de manifiesto lo enriquecedor de aunar las miradas y las metodologías de distintas disciplinas para profundizar en el conocimiento de la tradición, que es, en definitiva, la comprensión de nosotros mismos. En la nómina de los becados, contabilizamos, además de etnógrafos y folkloristas, a geologos, geógrafos, arquitectos, musicólogos, maestros, naturalistas o fotógrafos, todos ellos aportando sus conocimientos previos y su prisma a la investigación antropológica, de la mano de los tutores, veedores de sus trabajos.

            Con el presente libro de Irene Merino Calle, la colección de becas publicadas se adentra en el fructífero maridaje de  antropología y derecho. Esta especie social que somos los humanos necesitamos niveles crecientemente complejos de organizar lo común. Es ese ámbito, la costumbre enlaza la respuesta cultural con la norma, con el derecho consuetudinario. Si comenzaba manifestando mi aprecio por la hibridación de disciplinas y miradas para observar todos los ángulos de la realidad que analicemos, tengo que reconocer mi personal debilidad cuando se trata del derecho y la antropología. En primer lugar, porque mi formación, mi vocación y mi dedicación tiene mucho que ver con las leyes y con los particulares modos con los que las gentes de estas tierras se enfrentan a su realidad. Pero además, y sobre todo, por lo que supone de homenaje a la figura de quien da nombre al Instituto de la Cultura tradicional; a Don Manuel González Herrero. Don Manuel supo aunar como nadie la sabiduría jurídica y la investigación rigurosa con la pasión por su tierra para dar luz sobre la gran cantidad de temas que abordó.

            El estudio de Irene Merino se adentra en la reflexión teórica, profusamente documentada, de la relación entre derecho y antropología. Ilustra una parcela particularmente interesante: el tratamiento de los bienes comunales; espacio donde la costumbre y la norma conviven; o si se prefiere, donde la costumbre se hace norma. Y no puede ser de otro modo porque, si en el campo del patrimonio cultural inmaterial, podemos establecer sin conflicto su carácter comunitario, en el ámbito de lo tangible, de lo material, la tradición del derecho positivo se aviene mal con la propiedad comunal. Al menos en las sociedades complejas y crecientemente urbanas, dualizamos entre lo privado y lo público, entre el mercado y el estado y no dejamos espacio a lo comunal, a lo que sin ser de un propietario privado, tampoco es de una institución pública, porque es común a los habitantes o los vecinos de un territorio. Y es en ese ámbito donde la costumbre ha pervivido en derecho. En nuestra provincia de Segovia se mantiene uno de los ejemplos paradigmáticos de esa pervivencia, los fetosines, sobre los que este trabajo profundiza, continuando el camino que desbrozó Don Manuel Gonzalez Herrero con su "Contribución a la teoría jurídica del fetosín" publicada en el año 1960 en Estudios Segovianos.