Mariano Contreras García, también conocido por el apodo de "El Obispo", fue uno de los más grandes dulzaineros. Su vida la dedicó en cuerpo y alma a ese instrumento, la dulzaina, con el que tantas satisfacciones dio a cuantos le oyeron. Desde los 16 años en que tocó en una boda en su pueblo, hasta su fallecimiento, se puede decir que no dejó un solo día de hacerlo sonar para deleite propio y ajeno.
Nació en Santiuste de Pedraza el 17 de Abril de 1903 y falleció en Segovia el 17 de junio de 1994 a los 91 años. Su afición por la música le vino a temprana edad, pues ya de niño tocaba el tambor y también pitos de caña que él mismo se construía. Su padre, el tamborilero Gregorio Contreras, conocedor de la profesión, no era muy partidario de que el chico se dedicara a la música, pero ante la insistencia de éste no le quedó mas remedio que asumir la gran afición musical de su hijo y tomar cartas en el asunto. Así, decidió llevarle a Collado Hermoso, donde el dulzainero "Román Peseto"le vendió una dulzaina por 14 duros y le enseñó a tocar las primeras melodías.
El aprendizaje de la dulzaina lo hizo de una forma autodidacta, pues con los ligeros conocimientos que le enseñó "Román Peseto", los que también recibió de su padre que era tamborilero y sobre todo con mucha dedicación y tesón, pudo llegar a adquirir una destreza en la dulzaina y el tambor en poco tiempo.
Después amplió su repertorio con la música que tocaban por entonces los buenos dulzaineros de la zona: "EL Nincho", de Caballar, Julián Carcía Gaona, de Torre Val de San Pedro y sobre todo Luis Gil Sanz, "El Tío Luis" de Matabuena, de quien era un ferviente admirador por su forma de tocar.
De "El Tío Luis", de quien se decía que tocando en Matabuena se le podía oír en Navafría, fue de quien más repertorio aprendió, escuchando sus intervenciones públicas en las fiestas de los pueblos cercanos, pues este excelente dulzainero nunca fue partidario de ceder sus conocimientos musicales, que había aprendido de "Los Pichilines" de Peñafiel, a alumnos o colegas de profesión.
También el tambor lo dominó a la perfección, pues consideraba que todo dulzainero que se preciara, debía entender los ritmos del tamboril para entender la misión de este instrumento que tan parejo va con la dulzaina.
Otro instrumento que gustaba tocar era la guitarra que como cualquier mozo de su edad utilizaba para rondar a las mozas que lo merecieran.
De esta forma, muy pronto llegó a hacerse un puesto en el mundo musical de aquellos años y a destacar como uno de los mejores.