Esta colección que comienza en Vegas de Matute recoge la tradición oral de nuestra provincia, fruto de una participación conjunta entre el Instituto González Herrero y los pueblos de Segovia.
Como una parte más de este proyecto conjunto, dirigimos nuestro agradecimiento a todas aquellas personas que participan en esta recopilación, a los ayuntamientos por su importante impulso y a Carlos Porro como director de la serie.
Abrimos desde la pequeña localidad de Vegas de Matute una colección sonora que recoge los testimonios orales de la tradición segoviana que acerque al presente el legado de más hondo sentimiento y significación a nuestro momento. Una obra discográfica y textual que reúna aquí y allá los testimonios vitales de generaciones y que no pretende servir, sino para disfrutar de la frescura de la interpretación. Otros aprovecharán el variado repertorio, la genial actuación o el interés histórico, pero todos se sorprenderán, para bien, de una realidad que se nos antojaba perdida o transformada, cuando tan solo aguardaba a que la escuchásemos. Esa escucha es posible aún por el legado que guardan nuestros pueblos, pero sobre todo por el trabajo de las personas que sirven de intermediarios entre ellos y nosotros, pues es fin de esta obra dar realidad al trabajo de muchas personas que de tiempo atrás han ordenado este patrimonio cultural.
Detrás de cada canción está su trabajo pero también el de los protagonistas verdaderos, los cantores, que intentaron mostrarnos en estas casi cuatro horas mil vivencias detrás de cada una de las notas, de los rasgueos de las cuerdas y de esas voces, algunas desgarradas por el paso del tiempo; trasmitirnos la alegría de la ronda, de los fríos lavando tripas en el río y estazando la matanza a la par que se bailaba y se aprendían los romances; las muchas horas de hornos de cal y los muchos viajes en burro transportando leña aliviando el esfuerzo con tonadas. La práctica hace maestros y no nos cabe la menor duda de que los que aquí participan lo son, y maestros que tienen mucho que enseñar desde una humildad señorial. Humildad, de los cantores que no dudaron en dejar generosamente en esta obra mucho esfuerzo. Emoción sentida, como Salomé que hubo de enjuagarse la lágrimas al reconocer las pilas pétreas en las que lavaba las mantillas y pañales de sus hijas, hoy hechas bancos de descanso, y que sirvieron de fondo para las fotografías y donde cantaban las tonadas, los padres o vecinos en estos quehaceres. Sirva esta obra para reconocer el esfuerzo de los vecinos pero también su ilusión y sus ganas por dejar constancia para que las sucesivas generaciones puedan seguir aprendiendo, degustando, disfrutando y sentirse orgullosas del repertorio que alimentó no pocas veces las bocas de los vegueños. Encentamos esta colección con la imagen risueña y vital de Cesáreo, el cantador de más edad, que con su floreada voz nos hace regresar a la juventud y junto a él, las albarcas que sirven de diseño de esta portada como testimonio y herencia de un duro pasado, que sin embargo floreció en lo que ustedes van a tener ocasión de escuchar.
Esta obra ha sido posible gracias al trabajo de Juan Miguel Martín y José María Cubo. El primero es el actual alcalde del municipio y participa como uno más en las grabaciones como guitarrero en claro exponente de la conciencia del ayuntamiento por la protección de su tradición, del mismo modo apoya esta iniciativa el Instituto González-Herrero. Es asimismo el responsable de las grabaciones técnicas, pues durante mucho tiempo ha ido preparando micrófonos, ordenando las voces y perfilando el complejo trabajo de ordenación de tanta gente. José María Cubo lleva muchos años tras ese mismo intento, el de dejar constancia de todo el pasado por el que se interesaron los grandes folkloristas, desde el matrimonio Pidal en 1912, Marazuela o Granero en 1948, el norteamericano Lomax en 1952 y grupos tan conocidos como el Nuevo Mester de Juglaría, intentando documentar esas esencias segovianas y quienes visitaron la Vegas a lo largo de todo el siglo XX.