La comarca este, en parte por ser una de las zonas más despobladas de la provincia, conserva numerosos ejemplos de la arquitectura tradicional: viviendas, pajares, lavaderos, palomares, etc. A continuación se presenta una muestra de los diferentes tipos constructivos que podemos encontrarnos.

La  tierra de Ayllón alberga uno de los conjuntos de arquitectura tradicional más emblemáticos de la provincia  de Segovia, lo pueblos rojos y los pueblos negros. Tal y como nos indica el geólogo Andrés Diéz, el origen de estos paisajes urbanos debemos buscarlos en las formaciones geológicas de este territorio. El piedemonte de la sierra de Ayllón está constituido por tres grandes conjuntos de rocas: pizarras, brechas ferruginosas y conglomerados de cuarcita.

El conjunto de pizarras de diferentes tipos se tienden a fracturar en forma de bloque o laja, por lo que ha sido un material de construcción excelente dotando a los núcleos de población que lo han empleado de un color negro muy característico. Estas localidades son fundamentalmente El Muyo, Becerril y Serracín. En dichos pueblos la construcción tradicional está realizada con muros de mampostería de pizarra en seco y cubierta de lajas del mismo material dada su alta impermeabilidad.

Otro de los materiales empleados en la construcción de los diferentes inmuebles de la sierra de Ayllón han sido las brechas ferruginosas, que son un conglomerado de cantos de pizarra y cuarcita cementado por óxidos e hidróxidos de hierro. Aunque es un material resistente, es fácil de trabajar, lo que ha permitido extraer sillares y bloques de gran tamaño empleados fundamentalmente en los dinteles y jambas de diversos pueblos. Su color rojizo, unido al empleo de otros materiales de similar gama cromática (cuarcita y arcillas), han dado lugar a los conocidos pueblos rojos: Alquité, Madriguera, Martín Muñoz de Ayllón y Villacorta.

El alto contenido en hierro de estos afloramientos ha permitido que históricamente se explote este metal en ferrerías y formas.

Según nos alejamos del Sistema Central y nos adentramos en los valles de los ríos Aguisejo y Riaza nos encontramos otro tipo de arquitectura tradicional. En las zonas de campiña, antes de entrar en los páramos calizos de Maderuelo o Montejo de la Vega de la Serrezuela, los materiales naturales que abundan son las arenas y las arcillas de color rojizo (raña). En los pueblos que encontramos en todo este ámbito, la construcción tradicional se cimienta sobre un basamento de mampostería de cuarcita y/o caliza al que se añade un muro alzado de entramado de madera y tapial o adobes.

El tercero de los conjuntos de arquitectura tradicional lo encontramos en los páramos calcáreos de la campiña nororiental. En este punto, en el que los materiales geológicos son fundamentalmente calizas miocenas, el material que se emplea para las construcciones tradicionales es precisamente la piedra caliza alternada en algunos casos con adobes para las plantas superiores de los inmuebles.

Además de viviendas, en el mundo rural aún se conservan otra serie de edificios y estructuras vinculados a las actividades domésticas de los pueblos tales como lavaderos o palomares. Son varias los ejemplos que se conservan de estos últimos, siendo sólo uno el lavadero de Valvieja y otro el de Valdevacas de Montejo.  

En cuanto a los palomares, estos son más habituales. La mayor parte de ellos son de planta circular, con diferentes tipos de cubierta, a un agua o cónica, y su fábrica se adapta a los materiales que se encuentran en su entorno, como el resto de los inmuebles de arquitectura tradicional.